Con motivo de la salida de su libro «El movimiento obrero en Rosario, organización y lucha en torno a la Federación Obrera Local Rosarina (1870-1915)» entrevistamos a su autor, Carlos Álvarez
El libro es fruto de tu trabajo de tesis? Me gustaría que cuentes un poco como llegaste al tema
Este libro tiene varios afluentes. En buena medida responde a las investigaciones realizadas tanto en mi seminario regional, mi tesis de Licenciatura, luego de Maestría y actualmente la doctoral en curso. Sin embargo, también responde a un pedido editorial por parte de Nicolás Iñigo Carrera y María Celia Cotarelo, quienes decidieron incorporar este trabajo dentro de su colección Pasado y Presente del Movimiento Obrero en Argentina. De esta forma, orientado para un público más extenso que el rosarino, el trabajo buscó ampliar la temporalidad desde el proceso formativo de la clase trabajadora y el movimiento obrero luego para llegar a un punto clave como fue la coyuntura de la gran guerra y el IX Congreso de la FORA en 1915. De esta forma, al tema llegó por preocupaciones precisas en torno a una compleja experiencia obrera como fue la rosarina en el cambio de los siglos pasados, pero desde una perspectiva de largo aliento que buscara reponer la larga duración de aquel proceso más allá de lagunas temporales puntuales que trabajé en las mencionadas tesis. Creo que cuando la propuesta propia se cruza con un pedido puntual en el marco de una colección como la mencionada, la perspectiva se enriquece y obliga a una mirada más de conjunto y panorámica, que espero haber logrado satisfacer.
¿Apareció documentación nueva respecto de los clásicos? (Falcón, Prieto, Monserrat, Martín y otros) o estaba disponible desde siempre y nadie la había tocado en profundidad?
Se producen dos movimiento naturales de todo campo historiográfico. Por un lado, aparecen fuentes nuevas, como prensa de la más variada o los prontuarios policiales de la División de Investigaciones, que es lo que más he trabajado. Pero también cambios en las perspectivas analíticas, independientemente de las fuentes. Es decir, nuevas preguntas para un mismo corpus documental. En este sentido, este libro busca discutir sentidos comunes historiográficos, periodizaciones presuntamente nacionales, pero también concepciones en torno a la conflictividad obrera. Esto me permitió sortear el problema que supuso por mucho tiempo analizar el ciclo 1908-1913, pudiendo adentrarme en él tanto por el acervo documental renovado como por las preguntas que el decurso de la investigación me posibilitó formular. De todos modos, este libro no dialoga con una historiografía pasada, sino vigente y con la cual convive y se nutre, por cuanto lejos está de constituir, ni siquiera buscar, rupturas de ningún tipo.
¿Te encontraste con algo inesperado? o solo más información que ratificaba lo que ibas a buscar?
Sí, muchas cosas, lo cual es natural cuando uno se mete en vacancias historiográficas. Solo por citar la que creo más potente en el marco del libro, fue importante dar cuenta de que el sindicalismo revolucionario, corriente muy fuerte en Buenos Aires pero entendida como ajena a Rosario, en realidad tuvo un peso destacado en la ciudad y logró configurarse como una fuerza gravitante a expensas de un anarquismo que se encontraba particularmente golpeado. Por otro lado, también fue importante encontrar cuán nutridos fueron los vínculos entre mundo sindical, ideológico y la política provincial partidaria posibilitada por el clima electoral de 1912.
Hay algo que a los rosarinos les gusta mucho encontrar, pero que a veces queda forzado ¿había una particularidad rosarina? ¿cual era la relación de la FOL con otras organizaciones del momento?
Bueno, Rosario siempre fue una ciudad con rasgos algo particulares que por momentos la acercan indudablemente a Buenos Aires y por otros la diferencian. Para este período, la singularidad principal viene dada por el crecimiento sin precedentes que va a tener la ciudad, con guarismos que son de los más elevados del continente y por lejos los mayores del país. Eso naturalmente hacía que cada diez años la ciudad se volviera irreconocible hasta para sus propios habitantes, y por otro lado, que esos cambios vertiginosos produjeran impactos en el campo productivo y laboral también. La ausencia de una tradición colonial como tenían Santa Fe, Córdoba o Buenos Aires hicieron de Rosario una ciudad con una singular idiosincrasia. Con respecto a la FOLR, esta fue la más importante federación obrera del país por fuera de las estructura nacional, con lo cual su derrotero podía suponer, y de hecho lo hizo, una referencia para otras regiones. Su congreso de 1904 posibilitó el desarrollo de su homóloga en Santa Fe, y las luchas que lideraba frecuentemente escalaban a dimensiones nacionales. Pero eso no era todo, también en 1905, en el marco del V Congreso de la FORA, sería la moción rosarina la que pujara por embanderar a la central obrera dentro de los preceptos del comunismo anárquico, lo cual da cuenta del peso que tenía que distaba de ser periférico o circunstancial. Diez años después, con otra realidad político-ideológica, la misma central rosarina, pero ahora en el IX Congreso de la FORA, desandarían aquello que una década antes había apuntalado, propugnando la amplitud ideológica y generando la ruptura de la FORA en dos central que ya no volverían a juntarse nunca más.

